miércoles, 1 de noviembre de 2023

XVII. La acción tutorial en disputa: conflictos

Hoy, día 1 de noviembre ha sido un día aburridísimo, he estado prácticamente el día entero fuera de casa celebrando el cumpleaños de mi madre, y no sabía qué hacer con mi día hasta que se me ocurrió la genial idea de hacer una nueva entrada al blog que hablase de los conflictos en el aula!! Así que ya que estoy aquí, delante del pc, me dispongo a hacer mi entrada XVII. El título es un homenaje a la obra de Judith Butler "El género en disputa". 

En su blog, Xoán nos ha propuesto identificar algún conflicto que pueda generarse dentro del aula y sugerir alguna medida adecuada para tratar de "desactivarlo". Además de eso, nos ha sugerido un video de Xesús Jares en el que da una ponencia sobre este tema verdaderamente interesante, dejo aquí el enlace: https://www.youtube.com/watch?v=K79UQYxGqkE 

Es curioso que en el video Xesús hace en gran parte una apología del "conflicto", el motivo es que, mas allá de que es un rasgo inherentemente humano, considera que el conflicto Bien Utilizado, y digo esto en mayúsculas porque lo recalca insistentemente en su ponencia, es el remedio más conveniente para extraer el mejor jarabe democrático que existe, ¿por qué? Bueno, porque por medio de los conflictos, si se aprenden a canalizar, se produce un acto de aceptación de las diferencias de los "contendientes". El conflicto permite resolver la disputa debatiendo los argumentos, identificando el problema y desligándole de la persona en sí. Lo que quiere decir que, para poder enfrentarnos en un conflicto en el que buscamos un aprendizaje, debemos ser capaces de separar los argumentos de nuestra propia persona, pero también los argumentos del contrario de él mismo. Ya que, de esa forma, se podrá poner en práctica la frase de Gandhi que menciona Xesús, "Ser duros con los problemas, pero sensibles con las personas". Porque lo que debe entrar al conflicto no son las personas, sino sus ideas, sus argumentos. Si conseguimos desligarlos como tutores, el conflicto se encauzará más fácilmente. 

Tras este aprendizaje que hemos tenido, parece más sencillo solucionar los conflictos en clase. De tal forma que si un alumno comienza a discutir en clase con otro y se produce un conflicto, no podemos permitir que en la acusación involucre la propia persona de su compañero, como en un ataque dirigido hacia su físico, discapacidad o rasgo inherente a su persona, sino que, por el contrario, debemos encauzar la discusión siempre confrontando ideas con ideas, de tal forma que los argumentos y acusaciones se emancipen de sus emisores y en el aire floten tan solo ideas contrapuestas.

En definitiva, podemos extraer que la anulación del conflicto por la fuerza solamente le retrasará un tiempo, porque las heridas siguen abiertas y los argumentos no han sido rebatidos. Así que, nuestro deber no es permanecer pasivos ante los conflictos, sino afrontarlos intentando sacar una resolución pacífica de ellos, un aprendizaje, un tratado de paz que lo supere y lo de por zanjado de una vez por todas. 


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