lunes, 30 de octubre de 2023

XII. Libro blanco de la educación: el canon griego de la belleza

¿Qué mejor rato que la noche de un lunes 30 de octubre para hablar sobre el libro blanco de la educación? Pues bien, ya pasado el crepúsculo me propongo responder al cuestionario acerca de los "libros blancos" de la educación. Si si, aquellos que contienen algo así como una "hoja de ruta" acerca de la profesión docente, donde se indican sus funciones y competencias, claro está, en base a los criterios, siempre imparciales, de quienes los redactan. 
El cuestionario es el siguiente:

¿Se puede reformar y cambiar la educación poniendo sólo el foco en la profesión docente?
    Evidentemente no, la educación es un proceso que implica una multitud de agentes, directos como el cuerpo docente, la familia próxima o las instituciones educativas y otros indirectos como el sistema socio-económico, la cultura o el tejido social que envuelve al individuo.

¿De qué premisas hay que partir para conseguir un pacto por la educación?
    En mi opinión, hemos de partir de la búsqueda de unos pilares compartidos por un espectro político amplio que otorgue las bases fundamentales del ethos que se quiere desarrollar. En otras palabras, los partidos políticos necesitan hacer un "destilado" de los valores que comparten que den base a ese pacto. Mientras se resalte las diferencias, nunca habrá pacto.

¿Está bien formado el profesorado no universitario?
    Realmente no tengo demasiada constancia de como anda el panorama actualmente, por mi experiencia diría que depende, porque noto que hay un salto cualitativo entre generaciones de profesores. Habitualmente me encuentro que los profesores más jóvenes tienen competencias más transversales y una ideología más compartida, digamos que son más homogéneos. Pero hay de todo claro.

¿Qué se puede hacer para seleccionar mejor el profesorado? 
Yo pienso que no tiene que ver directamente con su "formación" entendida de forma académica ni práctica , sino con la asunción de unos valores inmanentes en la sociedad española que en mi opinión está camino de conseguir, pero que aún no tiene, quizás debido a las pocas décadas de educación universal y pretendidamente no-sesgada que hemos disfrutado. Tal vez, en unas décadas, la sociedad española posea unos valores mucho más transversales e integradores como son los de otros países referencia, Suiza o Alemania en mi opinión. 

¿Qué hay que cambiar de la formación inicial?
No creo que demasiado, porque como deslicé en la pregunta anterior pienso que es una cuestión de trasvase generacional, es decir, creo que la orientación actual es buena, pero el acto educativo es un proceso que asienta a lo largo de muchas generaciones de convivencia con unos valores transversales a toda la población. España salió del ensueño patriótico formalmente hace 50 años, generacionalmente aún da fuertes coletazos...

¿Quiénes y cómo deberían ser los formadores de maestros?
Yo creo que deben ser personas comprometidas socialmente además de profesionales formados, que es lo mismo que personas que crean en la política, refiriéndome al acto de vivir en sociedad en base a unos valores comunes. Tal vez, personas algo ingenuas e idealistas, porque la pragmaticidad siempre es conservadora. La acción de educar ha de ser genuinamente revolucionaria en su esencia porque sino solo será reproducción.

Sí, claro que hay que evaluar, pero ¿Quién lo hace y qué criterios se siguen?
Sea quien fuere los que debieran hacerlo nunca se llegará a concluir definitivamente el conjunto de personas ideal, porque no existen jueces perfectos capaces de elegir con criterio certero en su totalidad a dichos evaluadores. Solamente queda algo en base al ensayo y error, que en conjunto, vaya dando forma a una estructura legible de generación en generación que genere identificación y apego. 

¿Los maestros serán mejores si cobran más?
La pregunta ya de por sí desliza la única respuesta razonable desde el punto de vista moral. Es No, claro. Cobrar per sé no liga con el criterio de "mejor", salvo que estemos hablando de mercancía en bruto, como diamantes. ¿Tal vez quien realiza la pregunta considera que los maestros o la enseñanza que imparten son mercancía susceptible de ser valorada en términos de cantidad bruta? Yo creo que no, obviamente no hay ligazón entre ambas predicaciones.

La promoción docente no puede basarse en la antigüedad sino en otros estímulos individuales y colectivos.
La antigüedad ha de ser al menos, uno de los pilares imprescindibles, porque es el nexo más claro a que refiere la experiencia, y esta siempre es necesaria en cualquier ámbito, más en la educación. Sin embargo, no puede ser el único claro. El concepto "promoción docente" tal vez se excede en sus pretensiones, porque a mi entender trivializa el objetivo y lo asemeja a un objetivo de corte empresarial, donde el técnico va promocionando (aquí sí) en base a unos méritos cuantificables. Pero es que en la docencia, hablamos de PERSONAS, ¿cómo cuantificar el mérito del docente? ¿sólo influye el docente en el desarrollo de la persona? Ergo, no se pueden medir objetivamente (ni falta que hace) los méritos docentes, El progreso siempre será intuitivo...

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